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38 La mujer entró y se arrodilló detrás[a] de Jesús, y tanto lloraba que sus lágrimas caían sobre los pies de Jesús. Después le secó los pies con sus propios cabellos, se los besó y les puso el perfume que llevaba.

39 Al ver esto, Simón pensó: «Si de veras este hombre fuera profeta, sabría que lo está tocando una mujer de mala fama.»

40 Jesús dijo:

—Simón, tengo algo que decirte.

—Te escucho, Maestro —dijo él.

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Footnotes

  1. Lucas 7:38 Detrás: Como las mesas tenían patas muy cortas (véase nota a v. 36), la mujer pudo arrodillarse detrás de Jesús.